Compartimos con ustedes semblanzas del terruño, formas personales de pintar la aldea.
Hoy: Suyai Ávila
Junín de los Andes es sobre todo silencio. El silencio necesario para quien llega de una ciudad bulliciosa. Muchas personas, como es mi caso, hemos conectado en una armonía sincrónica con el Río Chimehuin y los cerros; el encuentro es más bien con la tierra, el encuentro al llegar es más bien con una misma. Luego aparece la gente que creció en el pueblo, que observa, la gente de las comunidades que observa aún más y la gente viajera que, en muchos casos, se ancla a la calma. Y es allí donde surge el vértigo de escucharnos tal vez por primera vez, el ruido de adentro sale y se funde en los caminos, en los senderos.
Vivir las estaciones: cada estación es un cuadro por sí mismo, pararse en medio de la ruta nacional 40 o visitar el Lago Huechulafquen no es lo mismo en verano que en otoño o en la bendita primavera. Se dice, se sabe que la naturaleza escucha, que la naturaleza avisa, que te conoce en el mismo instante en que los pies descalzos tocan la tierra del lugar, se dice se sabe que la naturaleza enseña si la saben escuchar, si la saben observar.
Tal vez, al leerme te reconozcas en cada una de las emociones y abraces esta red de seres.
Suyai Ávila
En: Poesía del Sur de Neuquén AAVV (2024), Centro Editor, CeDIE, CPE