El texto explora diversos “mitos” que han ido consolidándose en la historia de la educación argentina y que constituyen lugares comunes a partir de los cuales diferentes actores sociales se representan cuestiones relativas a la educación. Esos mitos conforman lo que se conoce como ‘sentido común’, esto es, un sentido compartido por ciertos grupos sociales. Aclaran los autores en la introducción que “todos los lectores de este libro, y no sólo ellos, están involucrados en cuestiones educativas” (p. 15) y, en ese sentido, añaden que “todos se sienten legítimamente autorizados a ‘hablar de educación’” (p. 16).
Los mitos han sido agrupados en diez clases bien diferenciadas: mitos sobre la decadencia educativa, sobre los alumnos, sobre los docentes, sobre lo que la escuela debe enseñar, sobre la autoridad, el orden, la disciplina y la violencia escolar, sobre la escuela pública y privada,sobre la educación y la igualdad, sobre las soluciones mágicas para la educación, sobre el presupuesto y el federalismo y por último, mitos sobre las universidad.
Los autores acercan a un amplio público lector nociones que a menudo parecieran ser cuestiones de competencia exclusiva de ciertos sectores, a saber: presupuesto educativo, violencia escolar, formación docente, entre muchos otros. El libro resulta de interés en tanto mediante un lenguaje claro, echa luz acerca de concepciones que han ido solidificándose en torno a problemáticas directamente relacionadas con la práctica cotidiana que deben afrontar diversos actores sociales, no solamente aquellos que convergen cotidianamente en espacios institucionales.
Uno de los mitos muy conocidos de los que Grimson y Tenti Fanfani se ocupan, por ejemplo, es aquel que enuncia que “a los alumnos no les interesa nada”; también se refieren a aquel otro que sostiene que “a los docentes les falta vocación”. Los autores no se ocupan de hacer un juicio de valor acerca del mito en cuestión; más bien exploran las posibles causas mediante las cuales ese pensamiento logró constituirse en una verdad aplicable a todos los casos, el cual en general es una media verdad o “constituye [un] obstáculo para una mejor comprensión y un debate de calidad sobre la educación que tenemos y la que necesitamos” (p. 17). En las propias palabras de los autores, se ocupan de tomar examen a las frases hechas que han logrado conformar grupos de creencias acerca de temas fundamentales. A propósito de esto, retomamos la cita de Roland Barthes (1978), quien especifica que:
“La verdad está en la consistencia’, dice Poe. Por tanto, quien no tolera la consistencia se
cierra a toda ética de la verdad; abandona la palabra, la proposición, la idea, en cuanto estas cuajan y
pasan al estado sólido, de estereotipo (stereos quiere decir sólido)”.
En este sentido, los autores analizan en sus múltiples dimensiones –histórica, política, económica, afectiva y simbólica, diversos mitos que han logrado constituirse en grupos de creencias. Enumeramos a continuación algunos que consideramos de interés actual: “internet deshace lo que la escuela hace”, “cada vez hay más violencia en las escuelas”, “las escuelas privadas son mejores que las públicas”, “la escuela debe premiar y castigar según el esfuerzo”, “los padres de hoy no colaboran con la escuela”, “la escuela debe educar en valores”.
El libro finaliza con un capítulo titulado “Agenda para el futuro: cierres y aperturas”, donde los autores confeccionan una lista de diez puntos a modo de criterios generales que buscan “alcanzar una política educativa justa” (p. 245).
En un contexto de reforma educativa en marcha como el que atravesamos, repensar las temáticas que atañen directamente al quehacer educativo constituye un modo posible de “desarmar la mitolandia educativa” (p. 21) que opera precisamente en aquellos espacios que han quedado vacantes, esto es, que han sido vaciados de significaciones históricas, sociales, políticas, filosóficas…
Referencias bibliográficas
Barthes, Roland [1975], Roland Barthes par Roland Barthes, Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2018.
Pablo Iglesias