FÉLIX SAN MARTÍN: LEONES EN LA NIEVE

Sobre fragmentos del cuento “Cacería accidentada”, de Félix San Martín, incluido en el libro “Entre mate y mate“(1926).

Leones agazapados en medio de la montaña durante meses.

Cuando el frío y la nieve hacen imposible sobrevivir en las alturas, también se torna imposible estar tranquilo acá abajo.  

(…) El león no caza sólo para saciar su hambre, sino que parece encontrar placer en matar reses, que luego deja abandonadas como un desafío al celo de los pastores. Y si es una leona parida la que “entra a la majada”, aquello conviértese en una hecatombe. Treinta, cuarenta, cincuenta y más ovejas amanecen destrozadas en el rodeo.

Cuando la fiera está cebada (incluso, con sus cachorros revoloteando a su alrededor) enseña con el ejemplo. Destroza y muestra cómo se hace.

No tiene piedad.

Una mañana llega el rumor: hay huellas de una leona que ha bajado de la meseta y la vida apacible que rodea a los puestos está a punto de romperse.

Los peones ya están avisados; saben que hay que poner a prueba la astucia y la energía del músculo.

(…) Se rumoreaba en los “puestos” de las andanzas de una leona parida por las cercanías. “Que Fulano vido el rastro en el paso tal; que Zutano dice que ha bajao el lión porque la tropilla llegó disparando, asustada, a las casas, y la madrina bufaba, divisando pa el alto; que Perengano vido algo en la meseta, entre el ñirantal, que le pareció lión, pero la niebla no le dejó ver bien, pero dice que los rastros son de lión, uno grandazo y dos como de cachorros.

A Ramón Alarcón una leona le mató quince ovejas y eso fue suficiente. Junto con tres vecinos rastrearon huellas durante días.

A caballo hasta donde se pudo.

Luego a pie.

(…) Siempre sobre el rastro, treparon al altiplano, pasado ya más de medio día de caminar embarazados por la nieve. En un acantilado que caía sobre la quebrada, se perdían los rastros. Era seguro que en ese lugar la leona tenía su guarida, y comenzaron a registrar todas las grietas y resquebrajaduras de las peñas que allí se amontonaban en la ordenación desconcertante de las formaciones basálticas. En una caverna formada por una enorme aleta de piedra, al reparo de los vientos, estaba la fiera.

Imaginen el sonido, el estruendo de un rugido que nace del fondo mismo de una cueva. Un disparo seco y el salto increíble como respuesta.

El revólver que se cae y Ramón la guapea sin pensar: antes que la leona salte al vacío se arroja cuchillo en mano sobre ella.

(…) Y la fiera lo arrastró en su salto hacia el vacío. Felizmente, a cuatro metros del borde del acantilado sobresalía una pestaña de la enorme pared basáltica, y en ella la nieve tendría como un metro de espesor. Leona y hombre cayeron juntos, ambos de pie, el gaucho siempre sujeto a la larga y poderosa cola de la bestia y ésta debatiéndose por alcanzarle con sus garras. La nieve había amortiguado el golpe de la caída y los dos adversarios estaban en plena posesión de sus medios.

La leona se arquea lentamente sobre su cuerpo y Ramón hace destellar su puñal con un movimiento rápido.

Su respiración busca un ritmo adecuado.

Fuente: Portal neuquino Más Neuquén.

https://masneuquen.com/entre-mate-y-mate-felix-san-martin/


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