Poesía patagónica, publicado por la Fundación Banco Provincia del Neuquén, Subsecretaría de Educación y Cultura del Neuquén.
“Pero el viento / vuelve / más allá / de / vos.” Abro el libro y leo los versos anteriores al azar. El volumen recopila trabajos premiados por la Fundación Banco Provincia del Neuquén en 1989 y 1990. Me interesa la poesía llamada ‘patagónica’, y por eso elegí este libro. Voy al índice: trece poetas. Me encuentro con la situación de que conozco personalmente a varios de los poetas compilados. Algunos son compinches, otras son amigas, a varios los pude escuchar recitar sus textos en jornadas de poesía en varios ámbitos. El índice incluye seis mujeres y siete varones, muchos de los cuales podrían ser considerados, hoy, poetas consagrados; hablo de Raúl Mansilla, Sergio Sarachu, Ricardo Costa, Gerardo Burton. Me pregunto: ¿qué habrá sido de las otras personas premiadas?
En algunos versos de los poemas vemos “la ciudad despierta en la abundancia de las sobras / con la vida hundida entre dos aguas”; contemplamos de una persona “ese pelo / de bardas sin memorias”; y de los hermosos atardeceres patagónicos tendremos la oportunidad de leer: “Lo lamento por los turistas: / este atardecer no es de los mejores”.
Pienso: para ser patagónica, ¿la poesía tiene que tener viento? ¿Quiénes son considerados ‘poetas patagónicos’? ¿Si un poeta nacido en Neuquén se radica en México, por poner un ejemplo, continúa siendo un poeta patagónico? Por el contrario, ¿pueden llamarse poetas patagónicos los que nacieron en Capital Federal, La Plata, Olavarría…? En definitiva, ¿bajo qué condiciones se define como patagónica la poesía? ¿Y cuáles son las que definen como patagónicos a ciertos poetas?
Como un objeto que quedó olvidado en un sótano, es el paso del tiempo lo que otorga, quizá, su valor específico a este volumen. Más que obra de arte, podría ser considerado valioso documento de época, de la que aún podemos sentir el viento de los primeros versos. Porque el viento vuelve. Siempre, más allá de todo.
