La revolución mecanizada de las industrias textiles (1760-1780) produjo cambios favorables en la sociedad, pero también consecuencias críticas de varios aspectos.
La “tentación” del desarrollo urbano atrajo a grandes masas de habitantes del campo, que tuvieron que modificar su manera de relacionarse con el trabajo: aceptar jornadas laborales exhaustivas de más de 16 horas de trabajo en pésimas condiciones de higiene y de salubridad, así como la incorporación excesiva de mujeres y niños.
En 1884, la Federación de Trabajadores de Estados Unidos y Canadá reclamó por una jornada laboral de 8 horas, bajo el lema “8 horas de trabajo, 8 horas para el sueño y 8 horas para la casa”.
A partir de 1886 se establece el 1° de Mayo como el Día del Trabajador, en homenaje a la primera manifestación de trabajadores que lucharon por una reducción de la jornada laboral a ocho horas en los Estados Unidos, acción que marcó sin lugar a dudas un precedente mundial. En Argentina, la primera celebración tuvo lugar el 1° de Mayo de 1890; dichas conmemoraciones estaban enmarcadas por una fuerte represión policial, tanto que en 1909 la intervención policial en una reunión de obreros dejó un saldo de 14 muertos y 80 heridos. A este episodio se lo conoce como “La semana roja”.
El 28 de Abril de 1930, el presidente Hipólito Irigoyen decretó que se celebrara el Día del Trabajador el 1° de Mayo en todo el país, y con la promulgación de la ley 11.544 e
stableció que las jornadas laborales no podían superar las ocho horas diarias o cuarenta y ocho semanales.
Para los que trabajan con las manos y para los que trabajan con la cabeza.
Para los que ponen el alma y el cuerpo.
Para los que sueñan con transformar el mundo con su trabajo.
Feliz día del trabajador a las mujeres y a los hombres que trabajamos por la construcción de un mundo mejor.
