El libro resulta una fuente de consulta de interés para quienes deseen profundizar sobre abordajes de situaciones de violencias en los ámbitos escolares. En la introducción, los autores expresan que no debe pensarse el tema en tanto “si la violencia es ‘de la escuela’ o viene ‘de afuera’”; por otra parte, afirman que “no existe una única ‘violencia’ en la escuela sino múltiples manifestaciones de la misma” (p. 7). Por otra parte, destacan el hecho de que los registros que se tienen de esas violencias difieren según la posición de los actores involucrados.
“Así, por ejemplo, los docentes y directivos suelen percibir con más
claridad la indisciplina y las agresiones entre los chicos […];
los alumnos dan cuenta de la discriminación entre pares y el maltrato
de los docentes; y los medios de comunicación destacan
principalmente los hechos impactantes: roturas del mobiliario,
episodios de armas de fuego.”
El libro está organizado en diecisiete capítulos, escritos por investigadores e investigadoras de reconocida trayectoria en las áreas de las Ciencias Sociales, Ciencias de la Educación, la Educación Popular, las Ciencias de la Comunicación, la Psicología, la Sociología, entre otras. Los diferentes artículos contextualizan las múltiples problemáticas identificando las transformaciones económicas y sociales que propiciaron el desarrollo de la violencia, enfatizando los efectos que el propio sistema ejerce sobre los educadores y las educadoras.
En el artículo “Desgaste profesional, autocuidado y cuidado de los equipos de docentes que trabajan con violencia”, los autores detallan fenómenos relativos al desgaste propio de la tarea de quienes trabajan con personas. Uno de los conceptos detallados es el de burnout, definido como una “pérdida de la fe en la empresa de ayudar a otros”, fenómeno que suele ocurrir en áreas profesionales que exigen de parte de los profesionales una “fuerte vocación” y “en las que poco a poco la desilusión reemplaza la visión idealista de la tarea emprendida” (p. 58)
Otro de los fenómenos tratados en el libro es el de las situaciones conflictivas. En el artículo “Vida cotidiana y conflictos en las escuelas”, los tres investigadores a quienes corresponde su autoría identifican las causas a que pueden referirse dichas situaciones: políticas educativas, cuestiones institucionales o cuestiones psicosociales; aclaran que este tipo de enumeraciones resulta incompleta, ya que nuevos escenarios sociales imponen nuevos repertorios de situaciones violentas. Debemos tener en cuenta en el momento de consulta de este libro el hecho de que fue publicado hace ya catorce años.
En el artículo “Resiliencia, escuela y violencia juvenil” se desarrolla un concepto ampliamente difundido en los últimos tiempos a través de redes sociales, el concepto de resiliencia, definido como la capacidad humana para sobreponerse a la adversidad (p. 113). Asimismo, mencionan, aunque muy brevemente, cuestiones de violencia y género y de amedrentamiento, intimidación y abuso, y mencionan una palabra que para la fecha en que el libro fue publicado no era de uso corriente pero que goza actualmente de gran popularidad, el fenómeno de bullying.
Muchos de los artículos que componen el libro enmarcan el tema de las violencias en la escuela en sus respectivos marcos legales. Se identifica el rol que debe cumplir la escuela frente al maltrato de las infancias en los hogares y también se hace foco en la obligación de denunciar el maltrato infantil con funciones protectoras y preventivas.
Finalmente, la mayor parte de los artículos del libro proponen modos de abordaje y desafíos actuales que tienden a la prevención de la violencia. En especial, se configura una representación del ámbito escolar como un lugar privilegiado para la prevención de la violencia.
En un contexto social atravesado profundamente por variadas violencias, comprender su multiplicidad de manifestaciones puede conducirnos a diseñar estrategias de intervención sensatas que logren escapar a las “racionalidades adultas”, concepto desarrollado en uno de los artículos del libro por la psicóloga Eva Giberti.
Pablo Iglesias