No tengo ambiciones ni deseos.
Ser poeta no es una ambición mía.
Ser poeta es mi manera de estar solo. (p. 130)
Estoy frente al sector de la letra P de la Biblioteca Ambulante “El Árbol de Lilas”. Observo con detenimiento los lomos de los libros. Agudizo mi atención: Parra, Paz, Pizarnik, Pessoa. Me decido por este último; tomo en mis manos su Antología poética.
La selección, traducción y prólogo pertenecen a Rodolfo Alonso, poeta argentino de los años ‘50. La edición original de esta traducción fue publicada, según se nos informa en la solapa, en 1961, y contribuyó decisivamente a la difusión de la obra de Pessoa aún antes de que Octavio Paz lo diera a conocer en México.
La antología incluye poemas de Fernando Pessoa y de sus heterónimos Ricardo Reis, Alberto Caeiro y Álvaro de Campos. A diferencia de la palabra ‘pseudónimo’, ‘heterónimo’ hace referencia a personalidades poéticas completas, con fechas de nacimiento y de fallecimiento identificadas, con una firma propia, etc. Fernando Pessoa, el poeta de carne y hueso, conocido como “Pessoa-él-mismo”, nació en Lisboa en el año 1888 y falleció en la misma ciudad en el año 1935.
A Pessoa le son conocidos aproximadamente setenta y dos heterónimos. La cuestión de las identidades poéticas exploradas por él constituye una característica singular, lo que lo convierte en un escritor originalísimo dentro de las tradiciones poéticas en Occidente. Cada una de estas identidades ejecuta un uso diferente del lenguaje, explora diversidad de estilos, explora temáticas diversas y adquiere inflexiones diferentes de la voz.
La inclusión de este poeta en clases de Literatura de los niveles medio y superior puede resultar una experiencia potenciadora, en tanto la diversidad de facetas y de temáticas permite abordar pedagógicamente una innumerable cantidad de temáticas conceptuales además de nociones de corte teórico. Ya es hora de incluir a Pessoa en nuestras planificaciones; ya es hora de leer Pessoa en nuestras clases, y de oírlo a él mismo decirnos:
Saludo a todos los que vayan a leerme
Quitándome el sombrero desde lejos (p. 130)
Pablo Iglesias