En la mañana viva,
yo quería ser yo
Lorca
La antología de poemas de Federico García Lorca con ilustraciones de Miguel Calatayud resulta una atractiva puerta de acceso al universo lorquiano. Convocar a García Lorca en el mes de agosto no parece un simple hecho sin más. “Su turno llegó en la madrugada del 19 de agosto de 1936”, nos informa la sección del libro referida a los datos biográficos del poeta. “Su turno”, en este caso, hace referencia a su fusilamiento en manos de las tropas franquistas; en el poema “Eco”, Lorca se había preguntado: “¿Recuerdas / la mirada de agosto?”
Hemos escrito ya acerca de Mariposa del aire, el volumen editado por Colihue, que goza de gran popularidad en los establecimientos educativos de los niveles inicial y primario y que no sería impertinente acercar a “todo ser curioso” cuando la propuesta sea la de aventurarse en el conocimiento del imaginario infinito y precioso que ha creado Federico García Lorca. La antología que nos ocupa en esta ocasión conjuga su voz “con ilustraciones que acompañan dignamente a las palabras”. Editada en 2015, la selección se encuentra disponible para usuarios y usuarias de la Biblioteca Pedagógica del CeDIE.
Grandilocuente, inmensa, la voz de García Lorca ha sido escuchada con más o menos regularidad en las aulas de nuestro país porque ha sabido ocupar admisiblemente su lugar en los estantes de nuestras bibliotecas. Sus textos dramáticos, su Romancero gitano, sus coplas, sus cancioncillas, por mencionar sólo algunas obras, han sido y continúan siendo parte necesaria de un canon también necesario.
En agosto, en enero, cualquier día, a cualquier hora, la poesía de Federico García Lorca se convierte en una referencia ineludible porque representa la búsqueda de una voz que han intentado acribillar sin éxito y que es menester reivindicar por su relumbrante potencia, su belleza insurgente, su corazón abierto…